Las
instalaciones fotovoltaicas requieren un mantenimiento mínimo y sencillo, que
se reduce a las siguientes operaciones:
- Módulos: requieren un
mantenimiento nulo o muy escaso, debido a su propia configuración: no
tienen partes móviles y las celdas y sus conexiones internas están
encapsuladas en varias capas de material protector. Es conveniente hacer
una inspección general 1 ó 2 veces al año: asegurarse de que las
conexiones entre paneles y al controlador están bien ajustadas y libres de
corrosión. En la mayoría de los casos, la acción de la lluvia elimina la
necesidad de limpieza de los paneles; en caso de ser necesario,
simplemente utilizar agua y algún detergente no abrasivo.
- Controlador/regulador: la
simplicidad del equipo de regulación reduce sustancialmente el
mantenimiento y hace que las averías sean muy escasas. Las operaciones que
se pueden realizar son las siguientes: observación visual del estado y
funcionamiento del regulador; comprobación del conexionado y cableado del
equipo; observación de los valores instantáneos del voltímetro y
amperímetro: dan un índice del comportamiento de la instalación.
- Batería:
es el elemento de la instalación que requiere una mayor atención; de su
uso correcto y buen mantenimiento dependerá en gran medida su duración.